lunes, 29 de octubre de 2007

LA QUESEA -Subventuras de Jonathan- (2003)


Jonathan el antiprofeta, el víboro, aguarda sentado en el desierto junto a un fuego que lo espeja y le droga la espera, se retira su espíritu en exhortación. Y su llamar hace formas de cangrejo en la noche, hace pinzas y miradas torvas.
Un silencio lo incomoda y pone su mano sobre las llamas. Pero nada ruge, así es él, nada ruge e inmutable permanece su pasamontañas de acero. Su mano se disuelve en el fuego y un olor a carne asada lo regocija a través del metal, caricias propias del íntimo holocausto. En un mes empezará a brotar desde un muñón ahora palpitante, una nueva mano, rosada y ávida.
Oye un rumor. Cabalgando un viento aparece Brújalo, su primo hermafrodita.
-Lo conseguiste - intenta saber Jonathan gruñendo.
-Claro, lo tenía Fray Luis del Canje.
-A ver la tapa.
-Son dos alfiles, uno blanco y uno negro, clavados en un culo aparentemente masculino.
-El más culino de todos- sentencia Jonathan. Ano Rey y su apetito por cubrir. Termina ensartándose varitas mágicas y que pinte la que sea. La Quesea, vaya periplo.
-Bueno, Neustad, es una tapa de un disco nomás. ¿Lo ponemos?
Jonathan enciende el equipo, abre la disketera y pone el cd. Un ritmo sucio y carnal irrumpe en el desierto. Entre la fogata, el yelmo de Jonathan y la lucecita roja del power del equipo arranca un giróscopo alucinante. Una burbuja caliente encendiendo luz en la noche larga.
De pie en una roca, el víboro se baila un break descomponedor mientras Brújalo practica mas bien un pasito egipcio, robótico. Un melenudo león se acerca, con una de sus garras simula un meñique que desgarra con suavidad la burbuja y se adentra. Lanzando un rugido agudo, se para en dos patas y empuja a Brújalo sobre las llamas. Brújalo arde, aúlla, sin dejar de gozar. El fuego le mastica el cuerpo y su mirada se pierde en el cielo movedizo de estrellas que se abren y se cierran. Jonathan y el león empiezan a menearse muy pegados.






Un adelantado hedor traía noticias e histérico ante la inminente llegada de Patricio, el víboro se restregaba los ojos con una rama. Ya acostumbrado hacía entrar sin problemas la rama por las ranuras a la altura de los ojos en el yelmo de metal.
PAM PAM PAM PAM.
El metal ya le sacudía desde el futuro.
PAM PAM PAM.
Ya lo mareaban las campanadas torpes, causadas por los nudillos ennegrecidos de Patricio el llegado.
-¿Por aquí, bofe? –inquiere Jonathan.
- Siempre suyo, señor.
- Nunca mío, tu olor lo impide.
- Siempre tan justa su expresión, señor.
-¿Qué querés?
- Seguirlo. Servirle.
- Imposible. Las fosas nasales me funcionan.
- Usted no merece esta vida, señor. El desierto es ingrato.
- Bruto, ciego… mi yelmo se estremece antes que vos. Desierto es vida, es vida ahora.
- La fiebre habla por Usted, señor. Déjeme cuidarlo. Caminaré esta desolación con Usted, seré su camilla.
- Cerrá tu pelotudo pico. Ni desolación ni enfermo. Alcanzame esa rama que me pica el ojo. O mejor vení, rascame con el pico.
- Señor, no se si debo…
- Dale.
Con sonido de cenizas arrastradas aparece la voz de Brújalo, primo del víboro:
- Así los quería agarrar.
- Cartón lleno… –gruñe Jonathan mientras que, sobresaltado por la voz, Patricio pincha el ojo de su amo.
- Aghhh!!, la concha de tu madre, mugre.
- Amoperdónamoperdónamoperdónamoperdónamoperdón…
Reponiéndose del agudo dolor, Jonathan decide divertirse.
- Vos –señalando a Patricio- vení. Ponete esta tanga ahora. Ya!
Obedeciendo ultratembloroso Patricio se despoja de sus ropas y un olor infernal se esparce. Bajo el yelmo la nariz del víboro inhala el aire putrefacto que lo desconecta de sus propósitos. Cae de rodillas.
Segundo antes de que su metal golpee contra la arena muerta, Jonathan graba la oblicua imagen de un ex-rugbier gateando hacia él en tanga.
- Está débil mi amo.





Enrique Sapienza todo el tiempo murmuraba sus intenciones sin saberlo. Murmuraban sus ojos. Destellos geométricos, planificaciones. Diagramas que chisporroteaban al choque con frustraciones asignadas por su bienodiada sociedad, su adicción nunca saciada a pertenecer a algo, manera de empalarse un eje. Pero, pobre muchacho, no había podido terminar el secundario: siete años de escuela técnica derriten a cualquiera. Todo esto, sumado a que nunca pudo encontrar una banda que le guste más que Pearl Jam, hacía de él un hermoso irupé con patas. Humo de proyectos exhalaban sus ojos, con sus brazos darle forma al humo, lindo ejercicio de teatro.
Jonathan no sabía si encariñarse con él. Es un tonto, pensaba. Pero le dice:
- Son todas iguales, iguales-iguales, entendés, iguales. Una cabeza, dos piernas, dos ojos, una boca, dos tetas, una concha y un culo, ¿si o no?
- Un culo… se me hace agua la boca. Escucha, tenés parrilla acá?
- Algo hay.
- Vamo a hacer un asado, yo invito.

Carnicería El Alakrán atendida por Mario Ian en persona, quien siempre despreció las tarimas que alzan al carnicero detrás del mostrador por portar superheroicas botas tejanas.
- Hola víboro, tanto tiempo, ¿alguien nos divide?
- No, master, hoy carnívoro vengo a hincar de sus bondades.
- ¿Qué le armo entonces?
- Haceme: vacío, ira de tauro bien coagulada y dame algo de culpa picada, para el Bruja que ya no tiene dientes.
- ¿Le condimento el vacío, víboro?
- ¡Por su pus!
- ¿Veneno de la casa?
- ¡¡Por su pus!!
Así Mario levantaba sus delantales y aparecía su aguijón inflamado de delicioso chimichurri.
- Esto es poison poison, papá.
- Cada rosa tiene su espina, eh?
- Y qué espina.
- De primera. Cobrale al pibe.
- Te gusta Pearl Jam, loco?
- A muerte. A vos?
- No, te agradezco. Yo AC/DC al palo y soy feliz, loco. Ju meid ju, vieja, quién hizo quién, papá, ahí está todo, quién hizo a Eddie Vedder?
- Quién hizo a Angus Young, quién lo convenció de usar esas bermudas y zoquetes?
- Es parte del circo, loco, sin circo no hay rock and roll.
- No me cabe.
- El grunge es para traumaditos. Para nenes enojados con mamá. La vieja es sagrada, loco.
- Bueeeno, vamos porque no terminamos más, un gusto, loco.
- Nos vemos, víboro, lindo tu nene.
- Nos vemos, Mario. Vení upa vos.
De regreso a su círculo de rocas privado, desierto adentro, manos que rompían la arena desde abajo intentaban manotearles la bolsa de la carne. Jonathan, con su rama de rascarse, latigaba a los que no conocen el respeto por escuchar sólo su propio lamento.



Devorado el asado inmejorable, las espaldas en los respaldos, los cinturones desprendidos, las libaciones bien puestas en la sangre:
- Mirá, Jonathan, me volantearon esto.
- A ver … La Lunga presenta “Balada del Paranoico Panteísta” en vivo. ¿Qué es esto?
- Dicen que es una mina de tres metros y medio que canta como los dioses.
- ¿Como los dioses?
- Sí, dicen que tiene la tonada divina. No será Eddie Vedder pero da para ir. Este asado glorioso hay que eructarlo en público, che!
- Qué hijo de puta, ¿cómo te puede gustar Pearl Jam?
- Y vos qué, electrónico gay.
- ¿Electrónico?



El evento era en el Club del Mino. El boliche era manejado por un antiguo guitarrista devenido en minotauro. Los más viejos cuentan que una noche uno de sus fabulosos solos de viola tuvo un pasaje de tal altura que llegó a oídos de un dios. Este, emocionado, sintióse invitado a duelo y, presentándose al instante frente al guitarrista, pidió viola. Le dieron. El duelo duró unas seis horas. Ambos pelaban escalas cada vez más extrañas. Dicen que las mujeres presentes se descomponían extasiadas, los hombres aullaban, festejaban golpeando las mesas la sucesión de notas que intermitentemente sobrevolaban, mientras la cerveza y el vino eran escabiados hasta por los ojos. El duelo culminó cuando nuestro violero, exhausto y desbordado, arrojó su guitarra al suelo y empezó a mear sobre las cuerdas. Ese fue el solo de viola más extraño jamás ejecutado y el dios mismo tuvo que admitirlo. Al verse superado, el dios le anuncia: “esta bien, desde ahora tocarás así”, transformándolo de la cintura hacia arriba en toro. Tras desaparecer el dios, el silencio enmanteló el lugar, sólo para que nuestro violero lo rompa: “pesuñas ser buenas para slide, nena”.







Y dónde vienen a cansarse
En la hectárea de Zodíaco y Zodape
Palacio etéreo del ego
Del huevo
Parlante reflejo
Que extiende oídos
Y es buen conversador
Que seduce
A los incautos
Necesitados de fortaleza
Soñadores de delfines
En la red del dúo
Caen
A merced de Zodíaco y Zodape
Derraman
Jugo de espejos

Detente. Pero te ofrezco suaves palabras. Espejos. Tú decides qué reflejarán. ¿Deseas que diga quién eres y cuál es tu historia? ¿Qué diga por qué estás aquí? ¿Tu próximo dolor, alegría? ¿Tu final? Mi voz, mi conocimiento es herramienta tuya ahora. No necesitas tu gruñido aquí, ni sarcasmos, depón el heroísmo de tu ego y obtendrás respuestas, Jonathan. Afloja tus brazos, afloja preguntas, aprovéchame, puedo mostrarte mi cuerpo, si lo deseas, puedo ver que eyaculas menos de lo que querrías, afloja preguntas, Jonathan. Reposa sobre mis suaves palabras, recuéstate, así, déjame quitarte el yelmo, deja que mis palabras acaricien tu rostro, tu cuello, tu pecho, tu abdomen valeroso, deja que mi voz se enrede en este pubis, haga cosquillas, me dejas quitarte este segundo yelmo?

- Aún no me has mostrado tu cuerpo.

Descorriendo cortinas, los ojos del héroe iluminan de pronto un tamaño, palpitante y feroz taladro en manos de la evanescencia, espectro tal: humo amarillento que rodea erguidamente la verdad. Tal apertura de realidad se refleja en los ojos del héroe expandiendo el diámetro de la visión, del show atroz, pobre espectador premiado con tan agrio trofeo, arrancado de su sueño de escuchar.
Ruge el motor de la máquina, se oyen aplausos que Jonathan silenciaría si conociese su procedencia, todo aplaude a su alrededor mientras él transpira en problemas.
- Ofrece tus nalgas, mi ferretería aplaude este momento. Deja que cambie tus ojos, deja que abra uno nuevo.
- Obedeceré mi propia voz y no la tuya, taladro que finges dulzor.
- Mi voz es tu voz, yo sólo saco texto de tus sentimientos.
- ¿Cómo creer eso?
- ¡Verás luz, renacerá tu cuerpo, desecharás todo yelmo!
- ¿Cómo creer eso? Si es notorio que pierdes la calma a cada segundo que pasa.
- Mortal, sabor de lo único, eres exquisitez, prueba de la mía, mi antiguo cuerpo renovado aquí te reclama, te desea
- ¿Eso lo extraes de mí también, el desearme?
- Todo lo extraigo de ti…
Y el tremendo taladro escoltado por sulfatos se arroja sobre Jonathan, recibiendo inmediatamente topetazo proporcional del violento yelmo de metal. Tras digerir el golpe, Zodape cae, boqueando sobre la arena, descompuesto, le esperan semanas de taller mecánico. Jonathan vence, eleve su brazo el árbitro! Mas sólo un corto viento, un aliento medido, le susurra seco: avanza los casilleros que alcances a notar.




Zodape es el padre de Brújalo, él deberá enterarse:
Le enterró una vez el taladro recién engrasado a un hermafrodita llamado Brujalea y, como tu sabrás, es grasa divina y embaraza por donde sea. La cuestión es que eres hijo de Zodape y Brujalea. Yo te recomiendo que apartes inmediatamente rencores de tus cenizas, no pierdas más tiempo y ve a cuidarlo porque recuerda que lo deje hecho mierda en su taller mecánico. Corre a mezclar tus cenizas con sus azufres. ¡Recupera tu cuerpo!
Y así Ceniza Fatua arma una mini-estampida y corre hacia su padre.
Jonathan mira alrededor, relaja los hombros, se quita el yelmo. Ah, al fin solo, exhala, adelgazando medio kilo sin notarlo. Cayendo en un orgulloso sillón.



Jonathan---semihéroe de piel verdosa, portador del terrible yelmo de metal

Brújalo---primo hermafrodita de Jonathan, pierde su cuerpo en las llamas con facilidad y se
convierte en nube de cenizas por semanas enteras.




Sin rumbo nuevamente, ¿qué venda momifica así? Ironía mayor, del yelmo de metal cubierto por simple tela que no permite ver simplemente. Hasta sentirlo, hasta corroborar la tela de la araña en la boca, rostro, fundiéndose en lo que valga como piel. ¡Arráncala! ¡Arráncala, héroe! Que tus manos activen sobre el destino alguna grieta dulce. Despierta Jonathan, deshaz esta vaina, que no será la última, mamón.

Jonathan vuelve en sí. Abre los ojos, atraviesa la primer nube y aparece un paisaje inesperado: un hermoso oasis, un lago transparente, peces naranja silban y coletean muy sexys, peludas cabras casi púrpuras de tan bonitas, palmeras bailarinas doblan el tronco a lo Betty Page, ¡guau! saludan siete perras paradas en dos patas, pero son muchas más y nos ofrecen bebidas heladas, los vasos transpiran esperándonos. Jonathan, te abren una reposera, arrojan agua fresca a tus pies sucios y cansados. La bebida es refrescante, con mínimas burbujas, sabe a jugo de frutos recién exprimidos, algo lejano de cítrico, un guiño de durazno quizá, y al pasar por la garganta ahh sí, una liviana serpiente de vodka se escurre con picardía hacia mí.
- ¿De dónde salió este paraíso? Nunca lo había visto.
- Diseñado sólo para ti, bebé.
- Mmm… qué olor a trampa tiene esto.
- No desconfíes ahora, JJ. Que todos los dioses posean la misma tonada no significa que todos quieran devorarte. Algunos te queremos, aunque no quieras.
- Mmm…
- ¿A qué le temes? Si morirás de todos modos.
- A hacerlo pronto. No me entusiasma la idea.
- La idea de descansar un momento, ¿no te anima a arriesgarte un poquito a morir, amor? Y digo arriesgarte sólo por no dejar de lado tu miedo.
- ¿Sos mi diosa protectora?
- Pobre tontito, no te infles al instante. Sólo “te queremos Jonathan, te queremos”. Vamos, pavo, aprovechá, echate un chapuzón, los peces te harán cosquillas si sólo lo piensas, podés asarte la cabra que quieras, hay leña por todos lados, no me digas que no te relaja cocinar.

Jonathan decide disfrutar de las instalaciones del spa, se quita el yelmo, las diosas saben mirarle el rostro y sonreir, darle un beso corto en los labios, ¡al agua pato!
Y el agua intensamente refrescante sabe darle besos en el cuerpo también, o son los traviesos pececillos con sus boquitas entregadas a la caricia. Jonathan hace la plancha muy bien, todos lo felicitan telepáticamente y él les regala una sonrisa, empieza a sonar un reggae super-lover. Hasta el sol se regula a sí mismo para depositar los mejores rayos en la piel verde de J.

Luego del maravilloso baño, Jonathan se pone a corretear cabras. Las cabras simulan huir de él, pero todas se dejan atrapar al feroz tacle del héroe. Va agarrando de a una hasta encontrar la que le gusta y cuando la encuentra, la toma de las patas y su lomo va dejando en la arena el camino de su muerte, pero ella está feliz: ha sido creada para dar su carne a Jonathan y se dejar llevar extasiada: ¡la ha elegido a ella!

La carne estaba inmejorable, era carne entregada por amor y nada sabe mejor, nadie lo sabe mejor en este momento de gula, de seguir comiendo ya saciado por no interrumpir contacto tan amoroso y único, entre comida y comensal. “…encadenado voy a abrir las alas igual pues soy la cena y soy el invitado a cenar…”, tararea satisfecho Jonathan mientras espera cigarros.
- Voy a hacer una siesta, está bien?
- Todo está bien –le contesta una de las perras, guiñándole un ojo, mostrando brillantes piernas.
- ¿Qué precio tendrá todo esto? – se pregunta Jonathan. Y del lago viene saliendo dorada perra, abrasándola el sol. Su remera mojada inscribe: No me toques, soy de Jonathan. El mismísimo se deja caer en la reposera, casi alegre, invadido por un sueño intenso.

(((sueño del Baño de Queso... los dedos superadheridos de tanto esperar)))

Despertándose, Jonathan descubre primero que las encías de las perras son bastante carnosas y luego que su segundo yelmo descansa junto al Primero.
- Decidimos despertarte –dijo la perra desocupando su boca.
- Seguí despertándome.
- Sí, papi, hagamos un largo instante…

Entre segundas siestas, partidos cortos de voley playero, aperitivos y maníes inolvidables, comenzó a anochecer.
- ¿Debería marcharme? –se preguntó Jonathan a sí mismo en voz alta y las perras gimieron con auténtico pesar.
- Pasa la noche con nosotras, se preparan fogatas vigorosas y manjares para ti, canciones y placeres mayores, debes quedarte, nos mataremos sino, concédenos esta noche y no te arrepentirás, JJ. No deseamos poseerte pero concédenos esta noche, luego te marcharás, hemos sido creadas para servirte durante todo este día y esta noche, no desdeñes nuestra misión que es tu placer…
- Bueno, esta bien, me quedo –dijo Jonathan y el oasis explotó de felicidad.

“…dónde estás vertiendo tu amor
hazlo caer aquí, hazlo sobre mi motor…”

Así cantaban y servían al héroe bocadillos y vinos suaves, prometiéndole el gran plato a su debido momento, todo era simultáneamente prolongación y saciedad, noche y calor.

(((le traen un ave fénix en bandeja de plata, el fénix mira a J con ojos vidriosos y un fuego comienza a quemarlo desde dentro hasta quedar sólo sus cenizas.
- Aspira sus cenizas, JJ, deprisa, antes que se regenere. Renacerá luego entre tus células y sentirás cosas, JJ, ya lo creo, sentirás cosas, oh sí, vamos, tómate todo ese maldito fénix.
- ¿Qué será de la vida del Bruja? –se acuerda Jonathan y grises hilos de fénix suben prontamente por sus fosas nasales.


¡ESTO ES VOLVERSE INVISIBLE!

1 comentario:

marlboroblog dijo...

Poeter, linkea el marlboro yo lo hice con este asi circulan mejor. Abrazo! Fer